La música es estética, y la estética alude a imágenes. Cada melodía que escuchamos hace que —de manera casi inevitable— emerjan desde distintas zonas de nuestra conciencia una serie de figuras, expresiones, formas y colores.
Hay estándares determinados por las culturas, las modas, la industria y por los propios padres fundadores de determinados movimientos. Las líneas de neón y el flúor son inseparables del electropop, así como los cómics en movimiento del video de Take on me (A-ha) parecieran sintetizar de manera casi perfecta al oficialismo new wave. Deben ser pocos los nombres del metal duro que no se escriban con letras anguladas, como un estirado grafiti de líneas rectas, y los tormentos del romanticismo dark quizá nunca hayan quedado tan bien expresados como en el fotomontaje del disco Disintegration (The Cure).
¿Qué colores y formas habría tenido la psicodelia sin las ilustraciones de Yellow Submarine, germinadas en el collage de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band? ¿O nuestra vieja izquierda sin la gráfica que los hermanos Larrea imprimieron en los discos de la Nueva Canción Chilena? ¿Se puede distinguir a un reggaetonero de un hiphopero con solo mirarlos? ¡Por supuesto! Tal como se puede distinguir a un rockero que escucha a Megadeth de uno que escucha a Mötley Crüe.
Pero en medio de toda esta típica corriente de influencias, la experiencia estética de la música siempre deja un espacio intocable, personal. Unos y otros podemos sumergirnos en aguas parecidas al escuchar una canción, pero nunca en la misma. Tal vez ese margen único sea lo que cada artista que participa en Rock & PLOP! decidió compartir a través de sus obras, cuya contemplación requiere de un paso simple: abrir bien los ojos para escuchar; pararse frente a los cuadros, apretarles play y dejar que suenen.
Hay estándares determinados por las culturas, las modas, la industria y por los propios padres fundadores de determinados movimientos. Las líneas de neón y el flúor son inseparables del electropop, así como los cómics en movimiento del video de Take on me (A-ha) parecieran sintetizar de manera casi perfecta al oficialismo new wave. Deben ser pocos los nombres del metal duro que no se escriban con letras anguladas, como un estirado grafiti de líneas rectas, y los tormentos del romanticismo dark quizá nunca hayan quedado tan bien expresados como en el fotomontaje del disco Disintegration (The Cure).
¿Qué colores y formas habría tenido la psicodelia sin las ilustraciones de Yellow Submarine, germinadas en el collage de Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band? ¿O nuestra vieja izquierda sin la gráfica que los hermanos Larrea imprimieron en los discos de la Nueva Canción Chilena? ¿Se puede distinguir a un reggaetonero de un hiphopero con solo mirarlos? ¡Por supuesto! Tal como se puede distinguir a un rockero que escucha a Megadeth de uno que escucha a Mötley Crüe.
Pero en medio de toda esta típica corriente de influencias, la experiencia estética de la música siempre deja un espacio intocable, personal. Unos y otros podemos sumergirnos en aguas parecidas al escuchar una canción, pero nunca en la misma. Tal vez ese margen único sea lo que cada artista que participa en Rock & PLOP! decidió compartir a través de sus obras, cuya contemplación requiere de un paso simple: abrir bien los ojos para escuchar; pararse frente a los cuadros, apretarles play y dejar que suenen.
Por Sebastián Cerca, periodista y crítico de música
Exposición Rock and PLOP!
Ilustraciones de Pati Aguilera, Cristina Arancibia, Jorge Catoni, Magdalena Armstrong Olea, Christiano, Loro Coirón, Sol Díaz, Gabriel Garvo, Hervi, Isabel Hojas, Fito Holloway, Tomás Ives, Karto, Mac, Christian Montenegro, Alberto Montt, Francisco Javier Olea, Vicente Plaza, Viviana Palma, Marcelo Pérez Dalannays, Nicolás Pérez de Arce, Amparo Phillips, Jorge Quien, Paz Rebolledo, Verónica Rodríguez, Rodrigo Salinas, Sol Tirapegui y Laura Varsky.
Fecha: Del 22 de enero al 13 de marzo de 2011
Lugar: PLOP! Galería
Obras en Venta
Entrada liberada
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